Se cogieron a su tía desesperada en la cena familiar


Relato erótico con mi Tía desesperada

Gabriela era una mujer de 47 años, divorciada desde hace mucho tiempo. Vivía sola en una casa grande y vacía, donde los ecos del silencio la acompañaban día y noche.

Su cabello castaño, largo y sedoso, caía en ondas suaves sobre sus hombros. Sus caderas eran anchas y curvilíneas, y sus tetas, medianas pero firmes, se ajustaba perfectamente a su figura. Habían pasado diez años desde su divorcio, pero ella nunca había vuelto a tener una relación. Había perdido la confianza en los hombres, y el miedo a volver a sufrir la mantenía alejada de cualquier posibilidad de amor.

Un día, la hermana de Gabriela invitó a toda la familia a cenar a su casa. Gabriela aceptó la invitación, aunque con cierta reluctancia. Cuando llegó al lugar, se encontró con una gran reunión familiar, incluyendo a su hermana, su cuñado y sus sobrinos.

Cuando Gabriela llegó, saludó a todos los presentes con un beso en la mejilla. Pero cuando vio a su sobrino Joel, se quedó impresionada. Había crecido mucho desde la ultima vez que se vieron. Ahora era todo un hombre de 23 años. Gabriela no podía creer lo mucho que había cambiado su sobrino. Ya no era el niño pequeño que recordaba, sino un hombre atractivo y seguro de sí mismo.

Sin querer, Gabriela bajó la mirada y vio un bulto notable en los pantalones de su sobrino. Sintió una chispa de atracción y deseo que nunca antes había experimentado hacia él.

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La Tía Gabriela

Su sobrino se acercó a ella y la saludó con un cálido abrazo. ‘Cómo estás, Tía? Hace mucho que no te veo.’ Gabriela sintió su aliento cálido en el oído y el roce de sus brazos musculosos alrededor de ella. Gabriela se sonrojó ligeramente al sentir el contacto cercano de su sobrino. «Estoy bien, gracias por preguntar.» respondió, tratando de mantener la compostura. «¿Y tú? ¿Cómo te va en el trabajo?»

Su sobrino sonrió ampliamente, mostrando sus dientes blancos y perfectos. «Me va muy bien, Tía. Estoy disfrutando mucho mis proyectos y he hecho algunos amigos excelentes.» Mientras hablaba, Gabriela no podía evitar fijarse en lo guapo que se había puesto. Su cabello oscuro estaba ligeramente despeinado, y sus ojos verdes brillaban con entusiasmo. «¿Qué tal si vamos a sentarnos en el jardín? Hace mucho que no te veo tía.» sugirió él, colocando una mano en la parte baja de la espalda de Gabriela para guiarla hacia afuera. El toque la hizo estremecer ligeramente, y se dio cuenta de que su sobrino ya no era el niño pequeño que recordaba.»

Justo en ese momento, la hermana de Gabriela, Clarisa, asomó la cabeza por la puerta del jardín y los llamó a todos a la mesa. «¡La comida está servida! Gabriela, hijo, por favor, vengan a sentarse.» dijo con una sonrisa cálida. Gabriela se sintió aliviada por la interrupción, ya que la presencia cercana de su sobrino la estaba poniendo nerviosa. Mientras caminaban hacia la mesa, no pudo evitar notar cómo los músculos de su espalda se flexionaban debajo de su camisa. Sacudió la cabeza ligeramente, tratando de despejar su mente de pensamientos inapropiados. «¿Qué se te antoja, Tía? Mi mama preparo todo un banquete.» preguntó su sobrino, acercándole una silla. Gabriela se sentó, agradecida por la distracción de la deliciosa comida que tenía frente a ella.

Durante la comida, Gabriela no pudo resistir la tentación de mencionar el tema que la había estado preocupando. «Clarisa, ¿has notado cómo ha crecido tu hijo? Ya es todo un hombre.» dijo, lanzando una mirada discreta en su dirección. «¿Ya tie ne novia,verdad?» preguntó, tratando de mantener un tono casual. «No que yo sepa,» respondió Clarisa, encogiéndose de hombros. «Todavía es joven, tiene tiempo de sobra para eso.» Gabriela asintió, aunque por dentro sentía una mezcla de alivio y decepción. Su sobrino captó la conversación y sonrió para sí mismo, encontrando divertida la preocupación de su tía por su vida amorosa.

A pesar de sus esfuerzos por concentrarse en la conversación y la deliciosa comida, Gabriela no podía evitar que su mirada se desviara constantemente hacia su sobrino. La forma en que se movían sus labios mientras hablaba, la manera en que sus ojos brillaban cuando reía… Todo en él la fascinaba y la llenaba de una lujuria creciente que la avergonzaba profundamente. «¿Estás bien, Gabriela? Te veo un poco distraída.» preguntó Clarisa, notando la mirada perdida de su hermana. «Sí, sí, estoy bien.» mintió Gabriela, forzando una sonrisa. «Solo un poco cansada, nada más.» Pero por dentro, su mente estaba llena de pensamientos obscenos que la hacían sentir culpable y sucia. Imaginaba situaciones íntimas con su sobrino, cosas que nunca debería siquiera considerar. Se mordió el labio inferior, tratando de controlar sus impulsos inapropiados.

Mientras continuaba la conversación, Gabriela se movía inquieta en su silla, abriendo y cerrando las piernas de manera inconsciente en un intento por aliviar la tensión que sentía en su cuerpo. Su blusa rosada se ajustaba a la perfección a sus curvas, dejando entrever el contorno de su sujetador cada vez que se inclinaba hacia adelante. La falda negra que llevaba puesta era lo suficientemente corta como para que, cuando cruzaba las piernas, se pudiera vislumbrar un atisbo de sus muslos blancos y suaves. El sobrino de Clarisa no podía evitar fijarse en los movimientos de su tía, notando cómo su respiración se volvía más agitada y cómo sus mejillas se sonrojaban ligeramente. Trató de disimular su interés, pero no podía evitar sentir una creciente excitación al ver la forma en que Gabriela se comportaba.

El hijo de Clarisa miraba a su tía con extrañeza, tratando de entender qué le pasaba. Nunca la había visto comportarse de esa manera tan inquietante antes. Aunque no sabía exactamente qué estaba sucediendo, podía percibir que algo no estaba bien. La forma en que Gabriela movía las piernas, el sonrojo en sus mejillas y su respiración acelerada eran señales evidentes de que algo la estaba afectando profundamente. El joven sentía una mezcla de preocupación y curiosidad, preguntándose si debería decir algo o simplemente ignorar la situación. Sin embargo, no podía evitar sentir una creciente tensión en el ambiente, como si el aire estuviera cargado de electricidad.

Justo en ese momento, el timbre de la casa sonó, interrumpiendo la extraña situación. Joel, el sobrino de Gabriela, se levantó rápidamente aliviado por la distracción. «Llegó mi amigo Marcos», dijo mientras caminaba hacia la puerta. Gabriela pareció volver en sí al escuchar el timbre, enderezándose en su silla y tratando de compostura. Cuando el sobrino regresó con su amigo, una sonrisa forzada en su rostro, Gabriela se puso de pie. «Marcos, qué sorpresa verte por aquí», dijo, intentando mantener un tono normal en su voz. Sin embargo, su cuerpo aún temblaba ligeramente, y su respiración no había vuelto completamente a la normalidad. Su sobrino notó la tensión en el aire, pero decidió no mencionarla frente a su amigo. En su lugar, se limitó a presentarlos y a invitarlos a sentarse en la mesa.

Mientras el sobrino presentaba a Gabriela a su amigo Marcos, ella no pudo evitar mirarlo de pies a cabeza, deteniendo su mirada en su entrepierna. Gabriela sintió una oleada de lujuria al ver el tamaño aparente del paquete de Marcos, y su mente comenzó a divagar con pensamientos inapropiados. Trató de mantener una expresión neutral, pero su corazón latía con fuerza en su pecho. En ese momento tenían una conversación educada, pero su atención estaba completamente enfocada en la verga de Marcos, preguntándose cómo se sentiría tenerlo dentro de ella. La situación se volvía cada vez más incómoda y peligrosa, ya que Gabriela estaba perdiendo el control sobre sus pensamientos y deseos.

Gabriela, tratando de ocultar su nerviosismo, le dijo a Marcos: «Ven aquí, hay una silla vacía a mi lado». Marcos volteó a ver al sobrino de Gabriela, quien asintió con la cabeza y dijo: «Adelante, Marcos, toma asiento». Marcos camino y se sentó junto a Gabriela, notando cómo ella evitaba mirarlo directamente. El sobrino continuó comiendo, ajeno a la tensión que se estaba creando entre ellos dos. Gabriela podía sentir la rodilla de Marcos rozando la suya bajo la mesa, lo que envió electricidad por todo su cuerpo. Trató de concentrarse en la comida, pero su mente estaba en otro lugar, imaginando escenarios inapropiados con Marcos. La situación se volvía cada vez más peligrosa, ya que Gabriela estaba perdiendo el control sobre sus deseos prohibidos.

Marcos, tratando de disimular su interés, se concentró en su plato, pero no podía evitar fijarse en los movimientos de Gabriela. Notó cómo ella no paraba de abrir y cerrar las piernas debajo de la mesa, como si estuviera nerviosa o incómoda. A pesar de sus esfuerzos por mantener la compostura, Marcos no pudo evitar pensar: «La tía de Joel no está nada mal». Se sintió culpable por tener esos pensamientos acerca de la tia de su amigo, pero no podía negar la atracción que sentía hacia ella. Gabriela, por su parte, estaba cada vez más consciente de la presencia de Marcos a su lado. Podía sentir su mirada sobre ella y eso la hacía sentir aún más inquieta. Trató de mantener la conversación ligera, hablando sobre temas triviales, pero su mente estaba en otro lugar, imaginando la verga erecta del amigo de su sobrino.

Mientras conversaban, Gabriela no podía evitar mirar a Marcos y a Joel de reojo, sintiendo una mezcla de atracción y culpa. En un momento dado, Marcos dejó caer su tenedor debajo de la mesa. Al inclinarse para recogerlo, aprovechó la oportunidad para echar un vistazo por debajo de la falda de Gabriela. Lo que vio lo dejó sin aliento: unas piernas largas y bien formadas, y su calzoncito blanco que hizo que su corazón latiera más rápido.

Al darse cuenta de que Marcos estaba inclinado debajo de la mesa, Gabriela sintió una mezcla de shock y excitación. Sin pensarlo dos veces, abrió lentamente las piernas, dejando que Marcos tuviera una vista completa de su calzones y el comienzo de sus muslos suaves y bien formados. La respiración de Marcos se aceleró mientras miraba fijamente, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Gabriela podía sentir su mirada ardiente en su piel, y una oleada de calor se extendió por su cuerpo. Sabía que estaba jugando con fuego, pero no podía evitarlo. La atención de Marcos la estaba excitando de una manera que nunca antes había experimentado.

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Gabriela abrió las piernas

Después de unos momentos, Marcos se levantó rápidamente, tratando de ocultar su excitación. Se sentó de nuevo, intentando procesar lo que acababa de suceder. No podía creer que Gabriela le hubiera mostrado deliberadamente sus calzones. Se sentía abrumado por la lujuria y la confusión. De repente, se le ocurrió una idea para hablar con Joel a solas. «Oye,Joel – se me olvidó bajar algo del carro, ¿puedes venir a ayudarme?» dijo, tratando de mantener la voz firme. Joel asintió y se levantó para seguir a Marcos fuera de la casa. Mientras se alejaban, Gabriela se quedó sentada, con el corazón latiendo aceleradamente. No estaba segura de qué pensar sobre lo que había pasado, pero sabía que nunca olvidaría ese momento.

Una vez fuera de la casa, Marcos llevó a Joel a un lado, asegurándose de que Gabriela no pudiera oírlos. «Joel, tienes que ver esto, tu tía acaba de abrir las piernas debajo de la mesa para que pudiera ver sus calzones» dijo Marcos, con voz baja y urgente. «Creo que está cachonda o algo así. No puedo creer que haya hecho eso.» Joel abrió los ojos sorprendido. «¿Qué? ¿Estás seguro?» preguntó, incrédulo. Marcos asintió. «Sí, lo juro. Fue como si quisiera que la viera. No sé qué pasa con ella, pero definitivamente algo anda mal.» Los dos muchachos se miraron, procesando la información. Joel se sintió extraño al pensar en su tía de esa manera, pero no podía negar la excitación que sentía ante la idea.

Joel se quedó pensativo por un momento antes de responder. «Sí, ahora que lo mencionas, me pareció que actuaba un poco raro hoy.» dijo Joel, con una mezcla de sorpresa y excitación en su voz. «Sus tetas siempre me han gustado. Son bastante grandes y bien formadas» admitió Joel, sintiéndose un poco avergonzado por confesarle esto a su amigo. «No sabía que te fijabas en esas cosas» dijo Marcos, con una sonrisa traviesa. «Bueno, no es que las esté buscando, pero es difícil no notarlas cuando las tienes justo enfrente» respondió Joel, riendo nerviosamente. «Entiendo lo que quieres decir» dijo Marcos, asintiendo con complicidad. Los dos muchachos se quedaron ahí, hablando en voz baja sobre Gabriela y sus atributos físicos, sin poder creer del todo lo que acababa de suceder dentro de la casa.

Joel y Marcos regresaron a la mesa, tratando de disimular su nerviosismo. Joel se sentó rápidamente junto a Gabriela, mientras Marcos se sentó del otro lado, quedando la Tía justo en medio de los dos. «Tía, ¿Cómo estuvo tu viaje a la playa el mes pasado?» preguntó Joel, intentando mantener una conversación casual. Gabriela se sorprendió un poco por la repentina interés de su sobrino, pero sonrió amablemente. «Oh, fue maravilloso, Joel. El sol, el mar, la arena… fue muy relajante» respondió, comenzando a contar detalles de su aventura. Joel escuchaba atentamente, asintiendo y haciendo preguntas de vez en cuando, mientras intentaba mantener su mirada en el rostro de su tía y no en su escote. Marcos, por su parte, observaba la escena con interés, notando cómo Joel trataba de mantener la compostura mientras hablaba con Gabriela.

Mientras Joel escuchaba atentamente la historia de Gabriela, su mano derecha se deslizó lentamente por debajo del mantel de la mesa. Con un movimiento discreto, tomó la mano de su tía y la guió hacia su verga. Gabriela sintió la dura protuberancia debajo del pantalón de Joel y sus ojos se abrieron ligeramente, sorprendida por la audaz acción de su sobrino. Joel mantuvo su expresión neutral, como si nada estuviera pasando, mientras continuaba haciendo preguntas sobre el viaje a la playa. La mano de Gabriela quedó inmóvil por un momento, pero luego comenzó a moverse suavemente, explorando la forma y la textura de la erección de Joel a través de la tela. Joel sintió un escalofrío recorrer su cuerpo y tuvo que hacer un gran esfuerzo para mantener la compostura y seguir la conversación como si nada.

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Gabriela estaba desesperada

Mientras Joel y Gabriela mantenían su discreta interacción debajo de la mesa, Marcos observó la expresión de su amigo y decidió seguir su ejemplo. Con un movimiento rápido y sigiloso, metió su mano derecha debajo del mantel y buscó la otra mano de Gabriela. Cuando la encontró, la guio firmemente hacia su propia verga, presionando su mano contra la creciente erección debajo de sus pantalones. Gabriela, sorprendida por la repentina acción de Marcos, sintió la dureza de su verga y su corazón comenzó a latir más rápido. Ahora, tanto Joel como Marcos tenían una mano de Gabriela en sus respectivas erecciones, y ambos mantenían una expresión neutral, intentando seguir la conversación como si nada extraño estuviera sucediendo debajo de la mesa. Gabriela, sintiendo las dos manos masculinas guiando las suyas, se sintió abrumada por la situación, pero curiosamente excitada por la audacia de su sobrino y su amigo.

Gabriela sintió como un escalofrío recorría su cuerpo mientras intentaba mantener una conversación normal. Sus manos, guiadas por Joel y Marcos, comenzaron a moverse suavemente, acariciando las erecciones ocultas debajo de la mesa. La sensación de las dos vergas duras bajo sus palmas la hizo sentir mareada de excitación. Pudo sentir cómo su vagina se humedecía rápidamente, empapando la tela de sus calzones. Sus muslos se apretaron instintivamente, intentando aliviar la creciente tensión en su entrepierna. Gabriela continuó hablando, tratando de disimular el temblor en su voz, mientras sus manos se volvían más atrevidas. Comenzó a moverlas arriba y abajo, acariciando la longitud de los miembros erectos de su sobrino y su amigo.

Mientras Gabriela se entregaba a la excitación bajo la mesa, el resto de la familia continuaba su conversación y disfrutaba de la cena, ajenos a lo que estaba sucediendo. Los padres de Joel y Marcos charlaban animadamente con todos en la mesa, mientras que el hermano menor de Joel se reía con las ocurrencias del abuelo. Nadie notó el leve temblor en las manos de Gabriela ni la expresión de leve extrañeza en su rostro. La escena era surrealista: una familia reunida en torno a una mesa, compartiendo una comida y risas, mientras debajo del mantel, una tía excitada acariciaba las vergas de su sobrino y su amigo. La normalidad aparente de la situación contrastaba con la intensidad de las sensaciones que Gabriela estaba experimentando.

Mientras Gabriela continuaba acariciando las erecciones ocultas, Marcos aprovechó un momento en el que todos estaban distraídos con la conversación para deslizar su mano debajo de la falda de Gabriela. Sus dedos encontraron la tela húmeda de sus calzones y comenzaron a acariciar suavemente su vulva hinchada.

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Gabriela no podía con la tentación

Gabriela sintió una sacudida de placer cuando los dedos de Marcos entraron en contacto con su clítoris sensible. Tuvo que morderse el labio para evitar gemir en voz alta. La sensación de los dedos de Marcos explorando su sexo mojado, combinada con el tacto de las erecciones de Joel y él mismo, era casi demasiado intenso para soportar.

Joel notó la expresión de placer en el rostro de su tía y sintió una oleada de excitación. Apretó la mano de su tía alrededor de su verga dura, acariciándola lentamente mientras observaba a Marcos tocar a Gabriela.

La mama de Joel notó la sacudida repentina de Gabriela y frunció el ceño con preocupación. Se inclinó hacia ella y susurró en voz baja: «¿Estás bien, Tía Gabriela? Te ves un poco pálida. ¿Te sientes mal?» Gabriela se sobresaltó al escuchar la voz de su hermana y retiró rápidamente la mano de debajo de la mesa. Intentó mantener una expresión neutral, pero podía sentir el calor subiendo a sus mejillas. «Estoy bien» murmuró, evitando el contacto visual. «Solo un poco cansada, eso es todo.» Pero la mama de Joel no parecía convencida. Observó a Gabriela con atención, notando cómo mordía su labio inferior y cómo su pecho subía y bajaba rápidamente. «¿Segura que no pasa nada?» insistió. «Pareces un poco… agitada.»

Gabriela tragó saliva, intentando mantener la compostura mientras miraba a su hermana con ojos suplicantes. «De hecho, te quería pedir si me prestabas tu baño… sino es mucha molestia» dijo en voz baja, torciendo sus manos nerviosamente en su regazo. La mama de Joel la miró con curiosidad, pero asintió lentamente. «Claro, por supuesto. Está justo al final del pasillo, a la derecha» respondió, señalando hacia el interior de la casa. «Tómate todo el tiempo que necesites. Si quieres, puedo traerte un poco de agua cuando vuelvas.» Gabriela agradeció con un gesto y se puso de pie, prácticamente corriendo hacia el baño para escapar de la situación incómoda en la que se encontraba. Una vez dentro, cerró la puerta con llave y se apoyó contra ella, intentando recuperar el aliento mientras su corazón latía desbocado en su pecho.

Justo cuando Gabriela se levantó, Joel intervino rápidamente. «Mamá, ya terminamos de comer. Iré a mi habitación a mostrarle la computadora que le voy a prestar a Marcos» dijo, buscando una excusa para seguir a Gabriela. La madre de Joel asintió distraídamente, ocupada en seguir sirviendo mas comida a los platos de la mesa. «Está bien, hijo. Pero no te olvides ayudar a tu papa a mover el refrigerador después» respondió sin levantar la vista.

Gabriela estaba en el baño, terminando de arreglarse el cabello, cuando de repente escuchó que tocaban suavemente la puerta. «Tía, ¿estás ahí? Queremos enseñarte algo…» dijo la voz de Joel desde el otro lado, acompañada por la de Marcos. Gabriela sintió que se le aceleraba el corazón. Sabía que Joel estaba tramando algo, y la presencia de Marcos solo la confundía más. Después de unos segundos de duda, decidió abrir la puerta lentamente, tratando de mantener la calma. «¿Qué pasa, chicos? ¿Qué es lo que quieren mostrarme?» preguntó, intentando sonar despreocupada mientras miraba a Joel y a su amigo con cierta aprensión.

En ese momento, Joel y Marcos cerraron rápidamente la puerta detrás de ellos. Gabriela apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando los dos muchachos se bajaron los pantalones, revelando sus vergas erectas. Joel, con una sonrisa lasciva, dijo: «Mira cómo nos pusiste, tía». Gabriela sintió que el mundo giraba a su alrededor. Estaba paralizada por la sorpresa y el miedo, sin saber cómo reaccionar ante aquella situación tan inesperada y repentina. Sus ojos se fijaron en los penes de los dos muchachos, y sintió que su estómago se revolvía. «Chicos, ¿Qué están haciendo? ¡Suban sus pantalones ahora mismo!» ordenó, tratando de mantener un tono firme a pesar de que su voz temblaba ligeramente. Pero Joel y Marcos parecían determinados a continuar con su juego siniestro.

Gabriela, con los ojos llenos de miedo y confusión, intentó razonar con Joel. «Pero Joel, eres mi sobrino. No podemos hacer esto, es incorrecto», dijo, tratando de mantener la calma a pesar de que su corazón latía con fuerza en su pecho. «Además, si tu madre se entera, me va a matar. Por favor, suban sus pantalones y salgan de aquí». Joel se rio suavemente, acercándose un paso más a ella. «Vamos, tía. No le diremos a nadie. Será nuestro secreto», susurró, intentando tomar su mano. Gabriela retrocedió rápidamente, negando con la cabeza. «No, Joel. No puedo hacerlo. Por favor, detén esto ahora mismo». Pero Joel no parecía dispuesto a rendirse tan fácilmente. Se acercó aún más, hasta que su rostro quedó a apenas unos centímetros del de ella.

Joel sonrió con arrogancia mientras colocaba la mano de Gabriela en su verga erecta. «Vamos, tía. Sé que estás deseando chupármela a mí y a Marcos», dijo con voz ronca. Marcos continuaba masturbándose en silencio, observando la escena con interés. Gabriela sintió cómo su cuerpo respondía a pesar de su resistencia mental. Sus dedos se cerraron alrededor del pene de Joel, y antes de que pudiera detenerse, comenzó a acariciarlo lentamente. Joel gimió de placer, animándola a continuar. «Eso es, tía. Sabía que lo deseabas», dijo con una sonrisa triunfal. Marcos se acercó más, ofreciendo su propia erección a Gabriela. «¿Por qué no nos haces una mamada a los dos?», sugirió con voz temblorosa de excitación. Gabriela sabía que debería detenerse, pero se sentía atrapada en una red de deseo y confusión.

Gabriela, con manos temblorosas, tomó las vergas de Joel y Marcos. Comenzó a masturbarlos lentamente, sintiendo cómo se endurecían aún más en su agarre. Joel jadeó y echó la cabeza hacia atrás, disfrutando de las caricias de su tía. Marcos, por su parte, la observaba con ojos hambrientos, su mano ahora moviéndose más rápido sobre su propio miembro. «Así, tía. Mastúrbame más fuerte», gruñó Joel, agarrando la mano de Gabriela y guiándola en un ritmo más intenso. Gabriela se mordió el labio, luchando contra el deseo que crecía en su interior. Sabía que debería parar, pero se sentía incapaz de detenerse.

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Gabriela no podía parar

Gabriela aumentó la velocidad de sus movimientos, masturbando a Joel y Marcos con creciente fervor. Los gemidos y jadeos de los muchachos llenaban la habitación, mezclándose con el sonido de sus propias manos moviéndose rápidamente sobre la piel caliente y suave. Joel enredó sus dedos en el cabello de Gabriela, empujando su rostro hacia su verga. «Chúpamela, tía. Quiero sentir tu boca en mi verga», ordenó con voz ronca. Marcos, no queriendo quedarse atrás, hizo lo mismo, guiando la cabeza de Gabriela hacia su propia verga dura como una roca. Gabriela, perdida en la bruma del deseo, abrió la boca y comenzó a chupar alternativamente a Joel y Marcos, su lengua rodeando la cabeza de sus penes antes de tomar cada uno en su boca caliente y húmeda.

Mientras chupaba intensamente la polla de Joel, Gabriela no dejaba de masturbar a Marcos con su mano derecha, sintiendo cómo se contraía y expandía con cada movimiento. Los gemidos de placer de los muchachos resonaban en sus oídos, excitándola aún más. Joel enredó sus dedos en su cabello, empujando su cabeza hacia abajo mientras embestía su boca con movimientos rápidos y profundos. «Así, tía. Trágatela toda», gruñó, su voz llena de lujuria. Gabriela, obediente, relajó su garganta y dejó que Joel la follara la boca sin piedad. Mientras tanto, su mano se movía cada vez más rápido sobre el miembro de Marcos.

La excitación de ser utilizada por sus sobrinos era tan intensa que Gabriela no pudo resistir la necesidad de tocarse a sí misma. Mientras continuaba chupando y masturbando a Joel y Marcos, deslizó una mano entre sus piernas y comenzó a frotar su clítoris hinchado a través de la tela húmeda de su ropa interior. Los gemidos de placer de los muchachos y el sabor salado de su presemen la estaban llevando al límite. Sin dejar de atender a sus sobrinos, introdujo dos dedos en su vagina empapada, follándose a sí misma con movimientos rápidos y profundos. La sensación de ser utilizada como una puta mientras se tocaba a sí misma la llevó al borde del orgasmo.

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Se sentía poseída

Marcos, excitado por la escena, le susurró a su hermano Joel: «Dile a tu tía que quiero chuparle las tetas. Quiero sentir sus pezones en mi boca mientras ella sigue chupándonos». Joel, con la polla aún enterrada en la garganta de Gabriela, transmitió el mensaje: «Tía, mi amigo quiere chuparte las tetas. Quiere sentir tus pezones mientras seguimos usando tu boca». Gabriela, sumisa y excitada, asintió con la cabeza, sus ojos brillando con lujuria. Se incorporó ligeramente, levantando su blusa y su sujetador para exponer sus medianas pero firmes tetas. Marcos se lanzó sobre ellos, capturando un pezón en su boca y chupando con avidez, mientras Joel reanudaba sus embestidas en la boca de Gabriela.

La boca de Marcos se llenó con el sabor dulce y salado de los pezones de Gabriela, mientras su lengua los rodeaba y los lamía con entusiasmo. Joel, por su parte, aceleró el ritmo de sus empujes, follando la boca de su tía con abandono. Gabriela gemía alrededor de la polla de Joel, sus vibraciones enviando ondas de placer a través de su longitud. Marcos, excitado por la escena, deslizó una mano entre las piernas de Gabriela, encontrando su coño empapado. Sin preámbulos, introdujo dos dedos en su agujero caliente, follándola con movimientos rápidos y profundos mientras chupaba sus pezones. Los gemidos de placer de Gabriela se hicieron más fuertes, su cuerpo temblando de éxtasis mientras era utilizada por sus sobrinos en todas las formas posibles.

Joel, con un gruñido, sacó su polla de la boca de Gabriela, dejando que su saliva y presemen gotearan por su rostro. Agarró a su tía por los brazos y la puso de pie bruscamente. Gabriela, aturdida y excitada, permitió que los hermanos la manipularan a su antojo. Marcos, detrás de ella, levantó la falda de Gabriela, exponiendo su culo y su coño aún goteante. Joel, sin perder tiempo, bajó los calzones de su tía hasta los tobillos, dejando su trasero completamente desnudo. Los dos amigos admiraron la vista por un momento, sus vergas palpitando con anticipación.

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El placer que sentía Gabriela era demasiado

Joel y Marcos se arrodillaron detrás de Gabriela, sus caras al nivel de su trasero expuesto. Joel, sin vacilar, enterró su rostro entre sus piernas, su lengua explorando su coño húmedo y palpitante. Gabriela gimió, sus manos agarrando la cabeza de Joel mientras él lamía y chupaba su clítoris hinchado. Mientras tanto, Marcos separó las nalgas de la tía de su amigo, exponiendo su agujero excitado. Se inclinó y pasó su lengua por el ano de Gabriela, saboreando su sabor salado y prohibido. Gabriela se estremeció ante la sensación desconocida, sus gemidos mezclándose con los gruñidos de placer de los dos amigos. Joel y Marcos continuaron su asalto oral, sus lenguas trabajando en sincronía para llevar a su tía al borde de la locura.

Gabriela tapó su boca con su mano, mordiendo su propia piel para ahogar sus gemidos mientras Joel y Marcos continuaban su asalto oral. «¡Hay que rico!» susurró entre dientes, su cuerpo temblando incontrolablemente. A pesar de sus esfuerzos por mantenerse callada, sus gemidos eran audibles, mezclándose con el sonido de las lenguas de su sobrino y su amigo trabajando incansablemente en su coño y su culo. En el comedor, la familia seguía disfrutando de la cena, ajeno a la perversión que ocurría en la habitación contigua. Gabriela estaba al borde del abismo, su cuerpo tenso como una cuerda de arco, lista para estallar en un orgasmo explosivo en cualquier momento. Joel y Marcos, sintiendo su cercanía, redoblaron sus esfuerzos, decididos a hacerla gritar de placer sin importar las consecuencias.

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Joel se acostó en el piso, su respiración pesada y excitada. Con un movimiento rápido, desnudó completamente a Gabriela, dejando al descubierto su cuerpo curvilíneo y tembloroso. La levantó y la colocó encima de él, posicionándola de modo que su entrada húmeda quedara alineada con su verga dura como una roca. Gabriela se mordió el labio, tratando de contener un gemido mientras Joel la ayudaba a bajar lentamente sobre su miembro, llenándola por completo. Mientras tanto, Marcos se colocó frente a ella, su verga erecta a la altura de su rostro. «Chúpala, puta», ordenó con voz ronca, tomando su cabeza y guiándola hacia su verga. Gabriela abrió la boca obedientemente, dejando que Marcos deslizara su miembro entre sus labios, comenzando a chupar mientras Joel la penetraba desde abajo.

Gabriela comenzó a moverse encima de Joel, montándolo como una puta desesperada. Sus caderas se balanceaban frenéticamente, subiendo y bajando sobre su polla dura, buscando su propio placer sin importarle nada más. Mientras tanto, chupaba la verga de Marcos con avidez, su lengua dando vueltas alrededor del glande hinchado antes de tragársela profundamente. Los gemidos de placer de Gabriela vibraban alrededor del miembro de Marcos, haciendo que su sobrino gruñera de satisfacción. Joel, por su parte, agarraba las caderas de su tía, ayudándola a moverse más rápido, más fuerte, más profundo, mientras su verga se clavaba una y otra vez en su coño apretado y caliente.

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Gabriela montaba como puta a su sobrino

La habitación se llenó de gemidos, jadeos y el sonido húmedo de carne contra carne. Gabriela estaba perdida en un mar de placer, su cuerpo siendo usado por su sobrino como una simple muñeca de carne. Joel la penetraba con fuerza, sus dedos clavándose en sus caderas, mientras Marcos la obligaba a chupar su verga, follándole la boca sin piedad. La tía estaba cubierta de sudor, sus pechos rebotando con cada embestida, su coño goteando líquido preseminal sobre la verga de Joel. Estaba cerca, muy cerca del orgasmo, y podía sentir cómo los 2 amigos también se acercaban al límite.

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Gabriela montaba y chupaba al mismo tiempo
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En ese momento no le importaba nada

Joel sintió cómo su polla palpitaba dentro del coño apretado de Gabriela, y con un gruñido animal, se corrió violentamente dentro de ella. Su semen caliente y espeso llenó el interior de su tía, brotando en abundancia y empapando sus paredes vaginales. Gabriela, sintiendo la cálida eyección dentro de sí, gritó de placer y se dejó llevar por su propio orgasmo, su cuerpo convulsionando sobre el de Joel. «¡Sí, sí, lléname de tu leche, Joel!» gritó, montándolo con frenesí, ordeñando hasta la última gota de semen de su sobrino. «Quiero sentir cómo me llenas por completo…»

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Por fin Joel se vino dentro de su Tía

Mientras Joel se corría dentro de Gabriela, Marcos no pudo contener su excitación por más tiempo. En cuanto su amigo terminó, la agarró y la puso en cuatro, sin darle tiempo a recuperarse. «Ahora me toca a mí cogerme a tu tía, Joel», dijo con una sonrisa perversa, posicionándose detrás de ella. Gabriela, aún temblando por el orgasmo anterior, sintió cómo la polla dura de Marcos se clavaba en su entrada, todavía llena del semen de Joel. Con un empujón brusco, la penetró por completo, haciendo que ella gritara de sorpresa y placer. Joel, mientras tanto, se acercó a su tía y comenzó a mamar sus tetas, succionando con fuerza sus pezones erectos mientras su amigo la follaba sin piedad desde atrás.

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La pusieron en 4 y la penetraron

Joel continuó succionando las tetas de Gabriela mientras su amigo la penetraba desde atrás. Entre chupadas y lamidas, Joel le preguntaba a su tía: «¿Te gusta cómo te están cogiendo, tía?» Gabriela, perdida en el placer, gemía y respondía: «Me encanta, Joel. Me encanta sentir a los dos dentro de mí…» Su voz se entrecortaba con cada embestida de Marcos, que la sujetaba firmemente por las caderas, clavándose cada vez más profundo en su coño empapado. Joel sonrió alrededor de su pezón, excitado por las palabras de su tía y el sonido de los cuerpos chocando en la habitación.

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Gabriela sentía como la verga de Marcos la penetraba

Joel levantó la cabeza de las tetas de Gabriela y la miró a los ojos, notando cómo se mordía el labio inferior y su rostro se contraía de placer. «¿Estás a punto de venirte, verdad, tía?» le preguntó, su voz ronca de excitación. Gabriela asintió frenéticamente, su cuerpo temblando al borde del orgasmo. «Sí, por favor… no se detengan… por nada se detengan…» suplicó, su voz apenas un gemido. «Ya casi me vengo…» Marcos, detrás de ella, la follaba más rápido y fuerte, su polla golpeando su punto G con cada embestida. Joel volvió a meterse un pezón en la boca, chupando con fuerza, decidido a hacer que su tía se corriera con ellos dentro.

Mientras Joel y Marcos se esforzaban por hacer que Gabriela alcanzara el clímax, la madre de Joel, preocupada por la larga ausencia de su hermana en el baño, decidió ir a investigar. Se acercó a la puerta y escuchó los gemidos y gruñidos procedentes del interior. Su corazón comenzó a latir con fuerza al darse cuenta de lo que estaba sucediendo. Con manos temblorosas, intentó abrir la puerta, pero descubrió que estaba cerrada con llave. «Gabriela, ¿estás bien ahí dentro?» llamó, tratando de mantener la calma. Los sonidos dentro del baño sonaban cada vez mas fuerte. Joel, Marcos y Gabriela seguían cogiendo sin impórtales lo que sucedía a su alrededor.

La madre de Joel, al no obtener respuesta, decidió buscar las llaves del baño. Con manos temblorosas, abrió la puerta lentamente, temiendo lo que podría encontrar. Cuando finalmente logró abrirla, se quedó paralizada al ver la escena que se desplegaba ante sus ojos. Allí estaba su hermana Gabriela, desnuda y arqueada, siendo penetrada por detrás por el amigo de su hijo Marcos, mientras su hijo Joel, estaba entre sus piernas, chupando sus tetas con avidez.

señora orgasmo
Gabriela le excitaba ser usada

La madre de Joel, incapaz de procesar lo que acababa de ver, cerró la puerta rápidamente, su corazón latiendo desbocado. Se quedó al otro lado, escuchando cómo los gemidos y gruñidos dentro del baño volvían a intensificarse, indicando que la escena de sexo en grupo continuaba sin interrupción. Su mente daba vueltas, tratando de entender cómo había llegado a esta situación tan aberrante. ¿Cómo podía su propia hermana estar cometiendo tal pecado con su hijo?¿Y cómo podía Joel, su dulce y respetuoso hijo, participar en algo así? Las preguntas se agolpaban en su cabeza mientras los sonidos de la depravación sexual seguían resonando detrás de la puerta cerrada.

De repente, la madre de Joel escuchó claramente la voz de su hermana Gabriela gritando de placer desde el otro lado de la puerta: «¡Ay, Dios! ¡Sí, así! ¡Me encanta cómo me follan los dos! ¡Estoy a punto de correrme!» Las palabras obscenas y el tono lascivo de Gabriela hicieron que la madre de Joel se sintiera aún más enferma y disgustada. No podía creer que la mujer a la que había considerado su hermana mayor y su guía pudiera hablar y actuar de una manera tan vulgar y depravada. Los gemidos y gruñidos de Joel y su amigo se hicieron más intensos, indicando que todos estaban cerca del clímax. La madre de Joel se tapó los oídos, tratando de bloquear los sonidos repulsivos, pero era imposible ignorar la realidad de lo que estaba sucediendo detrás de esa puerta.

Al final, se escucharon los gritos de placer de Gabriela, indicando que había alcanzado el orgasmo: «¡Ahhh! ¡Sí! ¡Me vengo! ¡Me vengo muy fuerte!» Al mismo tiempo, se oyeron los gemidos guturales de Marcos, quien también estaba llegando al clímax: «¡Puta! ¡Sí! ¡Toma mi leche, puta! ¡Toma toda mi leche!» La madre de Joel podía imaginar la escena: su hermana mayor, desnuda y abierta de piernas, siendo inundada por la carga de semen de Marcos. Los sonidos de los fluidos corporales mezclándose y el aliento entrecortado de los tres amantes llenaban el aire. La madre de Joel sintió que iba a vomitar, la repulsión y el asco la consumían mientras escuchaba cómo su familia se desmoronaba en un mar de depravación y perversión.

señora orgasmo
Gabriela tuvo un orgasmo enorme

La madre de Joel, incapaz de soportar un segundo más, salió corriendo, dejando atrás el escenario dantesco que acababa de presenciar. Regresó a la mesa del comedor, donde había dejado a su familia terminando de comer. Mientras tanto, en el baño, Gabriela, Joel y Marcos yacían tendidos en el suelo, tratando de recuperar el aliento después de sus intensas actividades. Gabriela, finalmente consciente de la magnitud de lo que había hecho, comenzó a sollozar: «¿Qué hice? Soy una estúpida…Mi hermana me va a matar cuando se entere de esto.» Joel y Marcos, aunque satisfechos físicamente, también parecían preocupados por las consecuencias de sus acciones. Los tres permanecieron en silencio.

señora tendida llena de semen
Gabriela quedo tendida

Después de unos segundos de silencio incómodo, Joel y Marcos se pusieron de pie, se arreglaron la ropa y salieron del baño como si nada hubiera pasado. Se dirigieron a la mesa y se sentaron junto a la madre de Joel, que aún estaba pensativa. Gabriela, por su parte, salió del baño poco después, habiéndose puesto su ropa de vuelta. Se sentó en la mesa con ellos, intentando mantener una expresión neutral, como si nada hubiera ocurrido. Los cuatro compartían un secreto oscuro que ninguno de ellos quería revelar. La tensión era palpable en el aire, y cada uno de ellos esperaba que la madre de Joel no hubiera notado nada sospechoso.

La madre de Joel no podía sacarse de la cabeza la imagen de su hermana siendo penetrada por Marcos mientras Joel le chupaba las tetas. A pesar de su horror y repulsión, sintió un cosquilleo inesperado en su cuerpo. Sus pezones se endurecieron bajo su blusa, y por un momento, se imaginó a sí misma en el lugar de Gabriela, disfrutando de las atenciones de los dos hombres. Sacudió la cabeza para despejar esos pensamientos inapropiados y trató de concentrarse en la conversación que estaba teniendo con su familia, intentando mantener la compostura mientras su mente estaba llena de imágenes eróticas que la avergonzaban profundamente.

Después de terminar la comida, todos se levantaron de la mesa. Gabriela le dijo a su hermana que tenía que irse ya que tenía un pendiente que atender. La madre de Joel la despidió con un beso en la mejilla, sin mencionar nada sobre lo que había ocurrido en el baño. Joel y Marcos se ofrecieron a acompañarla a la puerta, y una vez que Gabriela se fue, los tres se quedaron solos en el vestíbulo. La madre de Joel los miró a ambos con una expresión seria, pero no dijo nada sobre el incidente. En cambio, les recordó que tenían que ayudar a limpiar la cocina antes de que se fueran. Joel y Marcos asintieron obedientemente, sabiendo que tenían que mantener la fachada de normalidad mientras intentaban procesar lo que había sucedido.

señora bañandose
Al llegar a su casa Gabriela se baño

Al llegar a su casa, Gabriela se dirigió directamente al baño y abrió la ducha. Mientras el agua caliente caía sobre su cuerpo, no podía dejar de pensar en lo que había sucedido con Joel y Marcos. La sensación de sus manos y labios sobre su piel aún estaba fresca en su memoria. Cerró los ojos y se dejó llevar por las imágenes mentales de la verga de su sobrino y su amigo penetrándola. Sus dedos comenzaron a explorar su cuerpo, acariciando sus senos y deslizándose entre sus piernas. Gimió suavemente mientras se tocaba, imaginando que era Joel o Marcos quien la estaba excitando. Después de varios minutos de placer solitario, alcanzó el clímax y se quedó sin aliento, apoyada contra la pared de la ducha.

FIN

*Holaaa soy Tania!!… espero que te haya gustado mi relato.. Así somos las mujeres, cuando vemos un paquete rico, nos imaginamos que nos están cogiendo. Por favor escríbeme abajo en los comentarios si se te puso dura con lo que escribí para ti. Dime si te la jalaste rico amor… quiero leer tus comentarios.

Si te gustaría leer la continuación también dime en los comentarios abajo, tal ves la hermana de Gabriela se quedo con las ganas de probar la verga de Marcos.*

-Tania

60 comentarios en «Se cogieron a su tía desesperada en la cena familiar»

  1. Tuve que detener varias veces la lectura imaginando la escena y que era yo el amigo que follaba a la tía, excelente relato espero seguir disfrutando de ellos

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  2. Espero la 2da y 3ra parte. Me gustó mucho esté relato, de la Tía Cachonda, me hubiera gustado que incluyeran doble penetración, pero ya será en la 2da parte, y más

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  3. Me dejó satisfecho y exitado cada palabra escrita tuya haces como si yo estuviera en la escena imaginando cada detalle escurriendo de placer, así como entro la mamá de Joel deseosa de ser la que estuviera en su lugar de su hermana… Se que habrá continuación, deseo sea pronto, felicidades y gracias

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  4. Hola Tania que bueno volver a saber de ti nuevamente con otro relato erotico. ¿Quien no ha deseado alguna vez cogerse alguna tia o familiar? Es una fantasia de todos los hombres el probar los culitos de sus mujeres familiares cuando crecemos. Relato muy delicioso, desearia que pudieras ver lo duro que me pones el pene.

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  5. Fantástico!! Me gustó sobre todo que la tía traía mucha ganas y no le importo que fuera su sobrino quien se las quitará y más aun que se atreviera a cojer con los 2, reo que a partir de ese día ya no podrá parar y estará pensando en más cojidas como esa…

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  6. No había visto relatos con imágenes acordes a lo que se está escribiendo, eso me llamó la atención, que rico.tienes as relatos a parte de los que aparecen aquí?

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  7. Me encanta esta historia , es más y sin ánimo de sonar como un degenerado, si yo tuviera una tía así de rica como “Gabriela” también le daría matarile sin pensarlo mucho , wow que historias más locas , pero buenísimas , sigue escribiendo Tania …

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  8. Me encanta como llevas paso a paso la situación antes del proceso………eso me éxito más……se puso inquieta como la tenía quería cojer de exitacion…….. deseo que escribas algo de tu vivencias personales

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  9. Muy bien relatado paso por paso llevando la crónica muy bien conjuntada todo bien la verdad si se me paró la verga y me llevaste como si yo estuviera en el acto y la mamá se quedó con la sensación que le hicieran lo mismo también se exito por eso no dijo nada.

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  10. Muy excitante y muy rico el trío que hicieron yo creo que la mamá de Joel debe de gozar también sintió muchos deseos de ser ella, estaría bueno que publicarlas esa parte

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  11. Hola Tania
    Que Buena tia es
    Por favor published mas relatos
    Es usted una fantasia que todos tenemos
    Le dedique varias puňetas leyendo su relato saludos

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  12. Vaya delicia se me puso tan dura que fue inevitable jalarmela imaginando que era yo quien me la cogia, gracias por estos relatos, haces que me sienta el protagonista, ojalá haya segunda parte con la mamá quien debe ser igual de caliente que la hermana

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