Rosa engaño a su esposo con 4 hombres al mismo tiempo por dinero


Rosa estaba sentada en su cocina, con la cabeza entre las manos, preocupada. Había recibido una carta del dueño de la casa, diciendo que si no pagaba la renta ese mes, tendrían que mudarse. Su esposo, Juan, había perdido su trabajo hace tres meses y no había encontrado nada aún. Rosa miraba alrededor de la pequeña casa que habían alquilado, llena de recuerdos felices .No sabía qué hacer. De repente, sonó el timbre. Rosa abrió la puerta y se sorprendió al ver a su vecina, la señora Elena, con una gran sonrisa en la cara y una bolsa en la mano. «Rosa» dijo Elena, «Escuche que estás buscando trabajo. He hablado con mi esposo y tiene una oferta para ti».

«Mi familia está dando una gran fiesta este sábado y necesitamos meseras adicionales», continuó Elena. «Pagamos bien y es sólo por una noche. ¿Estás interesada?» Rosa se sorprendió por la oferta. No había esperado algo así. Aunque Rosa no estaba segura de querer el trabajo de mesera, su esposo la convenció de aceptarlo. «Necesitamos el dinero, amor» dijo suavemente.» Aparte los niños necesitan ropa nueva para el invierno que se acerca.» Rosa suspiró, sabiendo que él tenía razón. «Está bien» dijo finalmente. «Lo haré.»

Elena le entrego una bolsa negra de plástico, Rosa aceptó agradecida. «Gracias, Elena» dijo. «De verdad, muchas gracias.» Elena sonrió y le dijo. «Esto es para ti. Un uniforme y algunos extras. La fiesta comienza a las 7 pm. No llegues tarde.» Con eso, Elena se fue, dejando a Rosa con una mezcla de emociones. Estaba agradecida por la oportunidad, pero también nerviosa. No había trabajado como mesera antes. Sin embargo, sabía que tenía que hacerlo por su familia.

Esa noche, Rosa se preparó cuidadosamente para la fiesta. Se puso la blusa blanca de botones y la falda negra ajustada que Elena le había dado. Cuando se miró en el espejo, se dio cuenta de que la falda era un poco pequeña. Se ajustaba a sus curvas de manera ceñida, haciendo que su trasero se viera más pronunciado. «¿Por qué Elena me dio un uniforme tan pequeño?» se preguntó Rosa, sintiéndose un poco incómoda. Pero no había tiempo para cambiarlo. Su esposo la miró de arriba abajo y silbó. «Te ves muy bien, amor» dijo con una sonrisa. «Estoy seguro de que causarás una buena impresión.» Rosa sonrió débilmente, todavía sintiéndose nerviosa. Se puso los zapatos negros que Elena había incluido y peino su cabello negro.

relato erocito mesera gangbang
Rosa, con su uniforme de mesera

Cuando Rosa llegó a la fiesta, todavía se sentía nerviosa. Entró en el gran salón de eventos de Elena y fue recibida por el ruido de las conversaciones y la música de fondo. Un hombre mayor, probablemente el padre de Elena, se acercó a ella y le explicó sus tareas. «Serás mesera esta noche» dijo. «Toma bebidas y comida de las mesas y asegúrate de que todos los invitados estén bien atendidos.» Rosa asintió, tratando de recordar todo. Miró a su alrededor y vio que había varias mesas llenas de alcohol, bebidas y comida. El salón estaba lleno de gente, y podía sentir los ojos de algunos hombres mirándola fijamente. Se acomodo la falda, sintiéndose aún más incómoda en su uniforme ajustado. «Puedes hacerlo» se dijo a sí misma, respirando hondo antes de comenzar su turno como mesera.

A medida que avanzaba la noche, Rosa se encontró sirviendo a un grupo de hombres, incluido el esposo de Elena, que se sentaban alrededor de una mesa. Cada vez que pasaba por allí, la llamaban para que les sirviera más bebidas, y no dejaban de mirarla de arriba abajo. Rosa se sentía cada vez más incómoda con sus ojos clavados en ella, especialmente en su uniforme ajustado que dejaba poco a la imaginación. Intentó mantener la compostura y seguir con su trabajo, pero podía sentir cómo su corazón latía más rápido con cada mirada lasciva y cada comentario susurrado. «Solo son miradas» se dijo a sí misma, tratando de ignorar la sensación de malestar que crecía en su interior.

Una de esas veces el esposo de Elena la llamo y le dijo «Rosa ven aquí!» «quiero que conozcas a mis amigos».

Rosa se acercó a la mesa, con una sonrisa forzada en su rostro. El esposo de Elena la agarró del brazo y la acercó a los hombres, presentándola como la mesera. «Muchachos, esta es Rosa. Es amiga de nosotros, así que asegúrense de tratarla bien», dijo con una risita. Los amigos del esposo de Elena la miraban con ojos hambrientos, sus miradas recorriendo su cuerpo de arriba abajo. Rosa sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero intentó mantener la compostura. «Hola, un placer conocerlos a todos», dijo en voz baja, evitando el contacto visual. Uno de los hombres, un tipo grande y corpulento, extendió la mano y le tocó el brazo. «El placer es nuestro, hermosa», dijo con una sonrisa lasciva. Rosa retiró su brazo rápidamente, sintiendo náuseas ante su toque.

El esposo de Elena, visiblemente borracho, se inclinó hacia sus amigos y susurró lo suficientemente alto para que Rosa pudiera escuchar. «Oigan, muchachos, ¿saben qué? Esta señora necesita dinero. Si alguien quiere darle una propina generosa, estoy seguro de que estaría muy agradecida». Los amigos rieron entre dientes, sus ojos brillando con malicia. Rosa sintió que su rostro enrojecía de vergüenza y rabia. Quería correr y esconderse, pero sabía que no podía dejar su trabajo. En cambio, forzó una sonrisa y dijo: «¿Qué puedo servirles, caballeros?» con voz temblorosa.

Uno de los amigos del esposo de Elena, un hombre corpulento con una sonrisa lasciva, se inclinó hacia Rosa. Sacó un billete de 50 dólares y lo colocó sobre la mesa. «Oye, Rosita», dijo, su aliento apestando a alcohol, «¿Qué te parece si me das un beso y te quedas con esto?» Rosa retrocedió, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. «Lo siento, señor, pero no puedo hacer eso», respondió, tratando de mantener la compostura. «Sólo estoy aquí para servir bebidas». El hombre frunció el ceño, claramente disgustado, pero el esposo de Elena intervino. «Vamos, Rosa, no seas así. Es sólo un beso».

mesera caliente
Rosa siente mucha repulsión y asco

El esposo de Elena, con una expresión de fingida preocupación, se acercó a Rosa. «Mira, Rosa, sé que necesitas el dinero. No quieres quedarte en la calle, ¿verdad?». Su voz era suave, pero había una amenaza subyacente. «Un beso a cambio de 50 dólares no es mucho pedir. Además, ¿Quién se enteraría?» Rosa sintió que su estómago se revolvía. Sabía que no podía aceptar, pero también sabía que necesitaba el dinero. Estaba atrapada entre su moral y su necesidad de sobrevivir. «Lo siento», dijo finalmente, con voz temblorosa, «pero no puedo hacerlo. Por favor, no me pida eso».

El esposo de Elena suspiró dramáticamente, sacudiendo la cabeza. «Bien, si eso es lo que quieres. Pero recuerda, Rosa, si no pagas la renta, tendrás que salir a la calle». Sus palabras eran como una puñalada en el corazón de Rosa. Sabía que estaba entre la espada y la pared. Sin embargo, en un momento de valentía, Rosa se acercó a aquel hombre, cerró los ojos y le dio un beso rápido en la mejilla. En ese momento el hombre aprovechó la oportunidad para agarrar el trasero de Rosa con fuerza. Rosa se congeló momentáneamente, sorprendida y horrorizada por la inesperada agresión. Luego, con manos temblorosas, tomó el billete de 50 dólares y se alejó rápidamente, luchando por contener las lágrimas. La sensación de sus manos en su piel la hizo sentir sucia y utilizada. Pero al menos tenía el dinero que necesitaba para sobrevivir un poco más.

Mientras Rosa se alejaba, el esposo de Elena la llamó. «Rosa, espera. No te vayas aún». Ella se detuvo, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Él se acercó a ella, con una sonrisa lasciva en su rostro. «Mira, te daré otro billete de 50 dólares si me enseñas tu rico calzoncito. Solo una pequeña muestra, ¿Qué te parece?». Rosa sintió náuseas ante la propuesta, pero la desesperación la hizo considerar la oferta. Necesitaba ese dinero, pero ¿hasta dónde estaba dispuesta a llegar?.

Rosa vaciló, su mente corriendo. La vergüenza y el asco luchaban contra la necesidad desesperada de dinero. El esposo de Elena observaba con expectación, sus ojos brillando con lujuria. Finalmente, con las manos temblorosas, Rosa se siento en la mesa y levanto su falda un poco, revelando un calzoncito blanco de algodón. El hombre asintió con aprobación y le entregó el billete de 50 dólares.

mesera calzon blanco
Rosa decide enseñarles su ropa interior

Rosa tomó el billete de manos del esposo de Elena y se alejó rápidamente. Con el corazón acelerado, se dirigió a la bodega donde se guardaban las bebidas. Una vez allí, se escondió detrás de las estanterías y dejó que las lágrimas fluyeran libremente. Aunque había ganado algo de dinero, aún no era suficiente para cubrir la totalidad de la renta. Se sentía frustrada y desesperada. ¿Qué más tendría que hacer para obtener el resto del dinero?

Los hombres, al ver el pequeño calzón blanco de Rosa, se sintieron intrigados y excitados. Sin pensarlo dos veces, el esposo de Elena y 3 hombres mas siguieron a la señora hacia la bodega en la parte trasera del salón de eventos.

Cuando Rosa se dio cuenta de que los hombres la habían seguido, su corazón comenzó a latir con fuerza. Antes de que pudiera reaccionar, uno de ellos cerro la puerta y le dijo «Rosita, tenemos una propuesta para ti. Cada uno de nosotros te dará 50 dólares si te desnudas frente a nosotros aquí mismo». Los otros hombres asintieron con la cabeza, sus ojos recorriendo el cuerpo de Rosa de arriba abajo. Rosa se sintió horrorizada y ultrajada por la propuesta. Quería gritar, correr, hacer algo, pero se quedó paralizada por el miedo. El hombre dio un paso más cerca, su aliento alcohólico en la cara de Rosa. «No tienes que hacer nada más, solo mostrarnos ese hermoso cuerpo tuyo. Será nuestro pequeño secreto». Los hombres sonrieron, esperando su respuesta, mientras Rosa luchaba por encontrar las palabras para negarse.

mesera sexy
Rosa no sabia que hacer

Rosa tragó saliva, su mente corriendo a mil por hora. Primero pensó en su esposo, en cómo la miraba con amor y confianza. Pero entonces recordó la factura de la renta, la cara preocupada de su esposo cuando hablaron sobre el dinero. Se armó de valor, dejando a un lado la vergüenza y el miedo. Necesitaban ese dinero desesperadamente. «Está bien», dijo en voz baja, su voz temblando ligeramente. «Lo haré». Los hombres sonrieron, sacando sus billetes. Rosa comenzó a desabotonar lentamente su blusa, sus manos temblando. Se dijo a sí misma que era solo por dinero, que pronto todo esto sería un mal recuerdo. Pero mientras se quitaba la ropa, no podía evitar sentir que estaba traicionando a su esposo, a sí misma. Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, pero continuó, porque sabía que no había otra opción.

Los hombres miraron a Rosa con deseo mientras ella se quitaba la última prenda, quedando completamente desnuda ante ellos. Sus ojos recorrieron su cuerpo vulnerable, deteniéndose en sus pequeños pechos y su coño delicioso. Sin pudor alguno, cada uno de ellos comenzó a bajarse los pantalones, sacando sus vergas erectas. Rosa sintió náuseas al ver esos penes tan duros que parecían de piedra, pero se obligó a mantenerse en pie, recordándose el motivo por el que estaba allí. Los hombres comenzaron a masturbarse lentamente, sus miradas lascivas fijas en ella. «¿Te gusta lo que ves, puta?» preguntó uno de ellos con una sonrisa perversa. Rosa negó con la cabeza, sintiendo más lágrimas caer por sus mejillas. Pero sabía que no tenía opción, así que se quedó allí, desnuda y vulnerable, mientras aquellos extraños se daban placer mirándola.

mesera desnuda
Rosa se denudo completamente

Los hombres se acercaron a Rosa, con sus erecciones rebotando con cada paso. «Te queremos coger, Rosa» dijeron en coro, sus voces graves y excitadas. «¿Cuánto quieres por dejarte coger por todos nosotros?» preguntaron, rodeándola como lobos hambrientos. Rosa retrocedió hasta chocar con las estanterías, sintiendo el frío metal contra su piel desnuda. Su corazón latía desbocado y su mente gritaba que escapara, pero la necesidad del dinero la mantenía paralizada. Los hombres esperaban su respuesta, sus ojos brillando con lujuria y deseo. «¿Cuánto, Rosita?» insistieron, cada vez más impacientes. «Dinos cuánto quieres por cada uno de nosotros».

Rosa tragó saliva, su voz temblorosa al responder. «100 dólares cada uno» dijo, apenas un susurro. Los hombres se miraron entre sí, sonriendo con satisfacción. «Trato hecho» dijeron al unísono, comenzando a desvestirse sin pudor. Rosa cerró los ojos, intentando bloquear la imagen de sus cuerpos desnudos y erectos. Pero no pudo evitar sentir un escalofrío cuando el primer hombre la tomó por la cintura, atrayéndola hacia él. «Vamos a disfrutar mucho de ti puta» murmuró contra su oído, antes de capturar sus labios en un beso brutal y demandante. Los otros hombres se acercaron, tocándola sin permiso, explorando cada curva de su cuerpo. Rosa se estremeció, luchando contra las lágrimas que amenazaban con caer. Pero ya no había vuelta atrás.

Las lenguas de los hombres recorrían su piel como llamas ardientes, dejando un rastro de saliva en sus pezones y su cuello. Mientras, sus manos exploraban su cuerpo sin restricciones, apretando y acariciando cada curva. Los gruñidos de placer llenaban el aire mientras se masturbaban con frenesí, excitados por la visión de su piel desnuda. Rosa sentía náuseas al ver cómo se tocaban, cómo disfrutaban de su cuerpo. Las lágrimas rodaban por sus mejillas mientras intentaba mantenerse inmóvil, intentando no vomitar ante la repulsiva escena. Pero su cuerpo temblaba incontrolablemente, sacudido por sollozos silenciosos. Los hombres apenas parecían notarlo, demasiado absortos en su propio placer. «Estás lista puta?» preguntó uno de ellos, su voz grave y excitada.

Ese mismo hombre se arrodilló ante ella, separando sus piernas con rudeza. Sin previo aviso, hundió su rostro entre sus muslos y comenzó a mover su lengua dentro de su vagina. Rosa gritó, un sonido mezcla de repulsión y enojo, mientras intentaba cerrar las piernas. Pero los otros hombres la sujetaban firmemente, manteniéndola abierta mientras chupaban y mordisqueaban sus pezones, dejando marcas rojas en su piel blanca. Besos húmedos y forzados recorrían su cuello y rostro, sofocando sus lloriqueos. El hombre entre sus piernas alzó la vista, sonriendo perversamente antes de volver a enterrar su lengua en su interior, saboreando su rico coño húmedo. Rosa sentía como si su alma se estuviera rompiendo, su cuerpo siendo usado como un objeto de placer para aquellos monstruos.

Mientras su cuerpo era profanado, Rosa repetía en su mente como un mantra: «Lo hago por el dinero. Mi esposo me perdonará.» Sus ojos, llenos de lágrimas, se clavaban en el techo, intentando desconectar su mente del horror que estaba viviendo. Los hombres gruñían y jadeaban encima de ella, sus manos explorando cada centímetro de su piel. Rosa sentía como si estuviera flotando fuera de su cuerpo, observando la escena con distancia. «Juan me perdonará», se decía una y otra vez, como si pudiera limpiar su alma de la mancha que estaba dejando este acto despreciable. Pero a medida que los hombres se turnaban para tocarla, su corazón se iba rompiendo un poco más, sabiendo que nunca más podría mirar a su esposo a los ojos sin sentir una culpa aplastante.

Rosa sintió como la levantaban bruscamente, su cuerpo flácido y sin fuerza siendo manipulado como un objeto. La pusieron en cuatro patas sobre una alfombra suave, su rostro enterrado en el tejido mientras sus extremidades se extendían detrás de ella en una postura humillante. Los hombres se reunieron alrededor, sus respiraciones pesadas y excitadas llenando el aire. Rosa cerró los ojos con fuerza, intentando desaparecer, mientras escuchaba el sonido de la ropa siendo arrojada al suelo. «Por favor, acaben rápido», suplicó en silencio, su corazón latiendo violentamente en su pecho. Pero sabía que los hombres apenas estaban comenzando.

mesera en 4

El esposo de Elena agarró brutalmente las caderas de Rosa, sus dedos clavándose en su piel mientras se posicionaba detrás de ella. Sin previo aviso, enterró su verga palpitante en su vagina, llenándola completamente en un solo movimiento violento. Rosa soltó un grito ahogado, su cuerpo temblando ante la intrusión dolorosa. Antes de que pudiera recuperarse, dos hombres más colocaron sus vergas erectas en sus manos, obligándola a comenzar a masturbarlos. El cuarto hombre agarró un puñado de su cabello, forzando su cabeza hacia atrás y metiendo su verga en la boca abierta de Rosa. Ella se ahogó y gimió alrededor de la carne dura, luchando por respirar mientras era utilizada por todos lados. Las lágrimas corrían por su rostro mientras se decía a sí misma una y otra vez: «Lo hago por el dinero, lo hago por el dinero…«

El esposo de Elena comenzó a embestir a Rosa violentamente, su pelvis chocando contra su trasero con cada empuje profundo. Los otros dos hombres la obligaban a mover sus manos arriba y abajo de sus vergas, acelerando el ritmo mientras gemían y jadeaban. El hombre en su boca la forzaba a tomar su verga más profundo, hasta que sintió que se atragantaba. Los sonidos húmedos y obscenos de la carne chocando contra la carne llenaban la habitación, mezclados con los gemidos y sollozos de Rosa. Su cuerpo era sacudido por la fuerza de sus movimientos, sus pezones frotándose dolorosamente contra el tapete debajo de ella.

mesera cogiendo
Rosa sostenía 2 vergas con sus manos

De repente, Rosa sintió una oleada de placer inesperado recorrer su cuerpo. La sensación de ser usada y objeto de deseo de estos hombres la excitó profundamente. Comenzó a gemir y gritar, no de dolor, sino de un placer intenso y vergonzoso. Sus pezones se endurecieron aún más, y su vagina se contrajo alrededor de la verga del esposo de Elena. Los hombres, excitados por su repentina pasión, redoblaron sus esfuerzos, follándola con más fuerza y velocidad. Rosa se sorprendió a sí misma disfrutando de ser una puta, una zorra para estos desconocidos. Gritó más fuerte, pidiendo más, su cuerpo traicionando su mente de esposa fiel. El placer la consumió por completo, y se perdió en el momento, olvidando todo excepto la sensación de ser usada.

Rosa, perdida en el placer, comenzó a mamar la verga con renovado entusiasmo. Sus labios se deslizaron arriba y abajo del eje, su lengua girando alrededor del glande. El hombre que la follaba por detrás gruño de placer, sus embestidas se volvieron más erráticas. De repente, la verga en su boca se hinchó y pulsó, y Rosa sintió un chorro caliente de semen llenando su boca. Ella se lo tragó instintivamente, el sabor salado y ligeramente amargo del semen la hizo sentir mareada.

mesera chupando
Rosa se trago todo el semen

Después de tragar el semen, los otros dos hombres a los que estaba masturbando comenzaron a alcanzar su clímax. Con gemidos salvajes, Rosa los masturbo furiosamente hasta que se corrieron, cubriéndola con su semen caliente. Gotas blancas aterrizaron en su cabello, rostro y cuerpo, marcándola como su puta. Rosa, aún llena de placer y deseo, se quedó allí, jadeando y cubierta de semen. Se sentía sucia, degradada, pero extrañamente satisfecha.

El esposo de Elena, el último hombre en participar, seguía penetrando a Rosa con fuerza, deleitándose con sus gritos de placer. Rosa suplicaba: «No pares, no pares!», mientras sentía que su cuerpo se acercaba al clímax. «Me voy a venir, me voy a venir!», repetía entre gemidos. El hombre la agarró con fuerza por las caderas, enterrándose profundamente dentro de ella mientras se acercaba a su propio orgasmo. Con un gruñido final, se corrió dentro de Rosa, llenándola con su semen caliente. Rosa gritó de placer, su cuerpo temblando incontrolablemente mientras alcanzaba el orgasmo más intenso de su vida. Se desplomó sobre el tapete, jadeando y cubierta de sudor y semen, completamente saciada. Los hombres, satisfechos, comenzaron a vestirse, dejaron caer la piso los billetes prometidos y salieron de la bodega de los vinos.

relato erotico con fotos
Rosa termino cubierta de semen

Rosa se incorporó lentamente, temblando ligeramente mientras recogía los billetes esparcidos por el piso. Los contó rápidamente, asegurándose de que no faltara ninguno. Su corazón latía con fuerza mientras guardaba el dinero en su bolso. Se sentía sucia, usada y agotada, pero también había una parte de ella que se sentía extrañamente excitada y poderosa. Había ganado mucho dinero esa noche, más del que jamás había imaginado. Pero a qué precio…

relato erotico

Después de la experiencia traumática, Rosa se lavó rápidamente en el baño de la fiesta, intentando borrar las huellas de lo que acababa de suceder. Se puso su uniforme de trabajo con manos temblorosas y salió del salón de eventos, dejando atrás la escena de su primer trabajo como mesera. Mientras caminaba hacia su casa, sentía que el peso del dinero en su bolso era un recordatorio constante de lo que había hecho. Se sentía sucia, utilizada y llena de remordimiento. Pero también sabía que necesitaba ese dinero para ayudar a su familia. Con cada paso, se preguntaba si había tomado la decisión correcta o si había vendido su alma al diablo.

relato porno con fotos mesera gangbang
relato erocito
Rosa no podía creer lo que había pasado

Al llegar a casa, Rosa se metió rápidamente a la ducha, intentando lavar no solo su cuerpo sino también su alma. Se quedó bajo el agua caliente durante lo que pareció una eternidad, dejando que las lágrimas se mezclaran con el agua. Cuando finalmente salió, se puso una camiseta y shorts y se recostó junto a su esposo, que dormía profundamente. Él se movió ligeramente y murmuró: «¿Cómo te fue en el trabajo, amor?» Rosa tragó saliva, intentando mantener la compostura. «Bien amor», respondió en voz baja, agradecida de que estuviera dormido y no pudiera ver la culpa escrita en su rostro. Se acurrucó contra él, buscando confort en su presencia, aunque sabía que nunca podría contarle la verdad sobre lo que había hecho esa noche.

Rosa no durmió en toda la noche pensando en que mentira le diría a su esposo de como gano todo ese dinero.

FIN!

**Hola soy Tania… te gusto este relato?? La verdad no puedo dejar de pensar en el rico orgasmo que alcanzo Rosa siendo utilizada por 4 hombres. Tanto que me vine 3 veces escribiéndolo. Si te gustaría leer alguna continuación dímelo abajo en los comentarios ❤.

Recuerda escribirme también que te pareció el relato y si te la jalaste rico amor.**

-Tania

35 comentarios en «Rosa engaño a su esposo con 4 hombres al mismo tiempo por dinero»

  1. Hola Tania muy buen relato si me gustaría seguir leyendo alguna continuación de como se sigue vendiendo Rosa con los mismos 4 o más amigos de ellos como la usan en todo su cuerpo saludos

    Responder
  2. Te felicito Tania, muy bueno tu relato muy excitante muy completo y me gustaría escribieras la continuación y todos los relatos que puedas escribir… Felicitaciones muy bueno

    Responder
  3. Excelente relato, Tania. Muy bien escrito, se lee con una mezcla de placer y excitación, y describe como la culpa de la mujer no la exime del placer de sentirse deseada y poseída. Me encantó, se nota, porque describe con bastante precisión los gang que organizamos con mis amigos. Seguiré tus relatos. Felicitaciones !!!

    Responder
  4. Hola Tania, he estado siguiendo de cerca tus relatos y te has vuelto mi escritora favorita en la red. Este relato en particular me hizo explotar de lujuria y de placer, hace mucho que no habia tenido mi pene tan duro y erecto y mas desde que eyaculo tan ferozmente una gran cantidad de semen. Me encantaría verte explorar otros temas quiza unos tabu como el amor familiar. También quiza podamos hablar un poco ¿Algun modo de contactarte?

    Responder
  5. Hola Tania, he estado siguiendo de cerca tus relatos y debo decir que te haz vuelvo mi escritora favorita en la red. Este relato en particular me ha hecho explotar de lujuria y placer. Hace mucho que no tengo mi pene tan duro y erecto y mucho mas desde que tuve una eyaculacion tan violenta y cargada de esperma. El como usas las imágenes lo hace aun mas suculento, quisiera ver mas de ellas. Me encantaria ver como exploras otros temas quisa los tabu como el amor familiar y me gustaria hablar contigo para platicar de nuestras fantasias, también quiero empezar a escribir relatos eroticos. ¿Algun modo de contactarte?

    Responder
    • Gracias por tu comentario, eso me motiva a seguir escribiendo ❤❤ Por lo pronto no tengo manera de contactar con mis lectores… espero mas adelante abrir una pagina de facebook tal ves.

      Responder
      • Gracias por responder. Antes que una pagina de Facebook creo que seria mejor un canal de Telegram donde podras postear tus relatos con fotos sin problema. En Facebook no se permite nada sexual y en telegram todo es permitido. Ahi podrias interactuar mas con tus lectores quienes reaccionaran a tus relatos y podran escribirte si es que lo deseas.

        Responder
  6. Me encantó ese relato, creo porque una pareja que tuve vivió algo parecido, trabajo en un bar y con frecuencia le ofrecían dinero a cambio de sexo o algunas caricias, de prendía todo del dinero de la solvencia del cliente, pero cuando me contaba todo aquello yo me exitaba, lejos de criticarla.

    Responder
  7. Que rico sería ser alguno de esos 4 tipos , pero para darle verga por donde ninguno, según tu relato , lo hizo , o sea por el culito , que raro que a ninguno se le haya ocurrido cogersela por ahí 🤔

    Responder
  8. Lo que más me llamó la atención es la mini falda que se puso……..y la otra cuando abre las piernas para que vean su chochito…….me hubiera gustado que la penetración sea doble o triple

    Responder

Deja un comentario