Mi prima me chupó la verga y me gusto


En un día caluroso de verano, mientras el sol brillaba en el cielo azul, me encontraba en la casa de mi prima, Alicia. Ella era una mujer de curvas sensuales y mirada seductora que despertaba deseos prohibidos en mi interior. Un día, mientras todos estaban ocupados, decidí seguir mi instinto y espiarla mientras se bañaba.

Con sigilo y anticipación, me acerqué sigilosamente al baño y espié por una pequeña rendija en la puerta. Ahí estaba Alicia, envuelta en una nube de vapor, su cuerpo mojado y brillante bajo la cascada de agua caliente. Cada gota que caía sobre su piel suave parecía provocar una reacción erótica en ella, despertando su apetito carnal.

Mis ojos se fijaron en sus curvas sensuales, sus tetas redondas y firmes, que parecían desafiar la gravedad mientras el agua resbalaba por ellas. Su culo generoso se destacaba, invitándome a acariciarlo con mis manos y a perderme en su suavidad. Mi verga se endureció instantáneamente ante la visión tentadora de su cuerpo desnudo y húmedo.

Alicia, ajena a mi presencia, comenzó a acariciar su coño con delicadeza, sus dedos explorando cada pliegue y rincón de su intimidad ansiosa por ser complacida. Sus gemidos de placer resonaban en el pequeño espacio, mezclándose con el sonido del agua que caía y creando una sinfonía erótica que aumentaba mi excitación.

Incapaz de resistir la tentación, comencé a masturbarme mientras la observaba. Mi mano se deslizaba por mi verga palpitante, siguiendo el mismo ritmo que los dedos de Alicia en su coño. Cada movimiento era un acto de lujuria desenfrenada, una danza en la que nos entregábamos al deseo y al placer sin restricciones.

La excitación se volvió insoportable cuando nuestros ojos se encontraron a través del espejo del baño. Alicia descubrió mi mirada lujuriosa y, en lugar de enfadarse, una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro, revelando su complicidad en el juego prohibido. Ambos sabíamos que estábamos cruzando límites, pero el deseo ardiente que nos consumía era más fuerte que cualquier inhibición.

Nuestros cuerpos se acercaron en un abrazo apasionado, el agua que nos rodeaba creando un ambiente sensual. Alicia me tomó en su mano y comenzó a acariciar mi verga con destreza, mientras nuestros labios se unían en un beso hambriento. Nos entregamos al placer desenfrenado en la ducha, nuestros cuerpos mojados y resbaladizos moviéndose en perfecta armonía.

Sin decir una palabra, Alicia se arrodilló frente a mí, tomando mi miembro erecto en su mano con delicadeza. Con habilidad y pasión desenfrenada, Alicia comenzó a lamer y chupar mi verga con maestría. Su lengua experta exploraba cada centímetro de mi miembro, envolviéndolo en una tormenta de placer. Cada succión era una descarga eléctrica que recorría mi cuerpo, llevándome al límite del éxtasis.

El sonido del agua cayendo se mezclaba con nuestros gemidos y suspiros de placer. Mis manos se aferraban a sus cabellos mojados, guiándola en su tarea de darme placer. Su boca caliente y húmeda envolvía mi miembro con una pasión desbordante, llevándome al borde del abismo.

prima tetona
Mi prima tetona

El tiempo parecía detenerse mientras Alicia continuaba su exquisita labor. Su boca era un remolino de sensaciones, su lengua acariciaba cada parte sensible de mi verga, mientras sus labios me envolvían en un placer indescriptible. Con cada succión, sentía cómo el éxtasis se apoderaba de mí, acercándome cada vez más al clímax.

Finalmente, no pude contenerme más y me dejé llevar por la avalancha de placer. Mi cuerpo se estremeció en un orgasmo arrollador, mientras mi semen llenaba la boca de Alicia. Ella lo recibió con una sonrisa lasciva, saboreando cada gota con deleite.

Una vez que terminamos nuestra ardiente sesión en la ducha, salí del baño con la mente aturdida y el corazón acelerado. No podía creer lo que acababa de suceder. Los sentimientos encontrados de excitación y culpabilidad se mezclaban en mi interior, creando un torbellino de emociones difíciles de descifrar.

Mientras caminaba por el pasillo, el eco de nuestros gemidos aún resonaba en mis oídos, recordándome la pasión desenfrenada que habíamos compartido. Cada paso que daba parecía llevarme más lejos de la realidad, sumiéndome en un estado de incredulidad y deseo por revivir aquel momento prohibido.

Mis pensamientos se consumían con la imagen de Alicia, su cuerpo desnudo y mojado bajo el agua caliente, su mirada seductora y su sonrisa traviesa. ¿Cómo podríamos volver a la normalidad después de lo que habíamos hecho? ¿Podríamos ignorar nuestras pulsiones y continuar como si nada hubiera pasado?

El peso de la realidad cayó sobre mis hombros cuando me encontré con la mirada de Alicia en el pasillo. Sus ojos reflejaban la misma confusión y deseo que yo sentía. Ambos sabíamos que nuestras vidas habían cambiado para siempre, que habíamos cruzado una línea que no podíamos deshacer.

A medida que nos alejábamos el uno del otro, el silencio pesado llenaba el aire, cargado de un anhelo y un anhelo que no podíamos expresar en palabras. Nuestro encuentro había dejado una marca imborrable en nuestras almas, y aunque el futuro nos separara, siempre llevaríamos el recuerdo de aquel momento en la ducha con nosotros.

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