Relato erótico corto
En un cálido día de verano, Gabriela, una mujer de curvas sensuales y ojos llenos de deseo, se encontraba en la playa disfrutando del sol y la brisa marina. Vestida con un diminuto bikini que apenas podía contener su exuberante figura, capturaba la atención de todos los presentes. Sus tetas, firmes y tentadoras, se balanceaban con cada paso que daba, invitando a miradas lascivas y deseos incontrolables.
Mientras caminaba por la orilla del mar, Gabriela notó cómo un hombre bien formado la observaba desde lejos. Su mirada se fijaba en su culo, redondo y firme, que se movía con gracia y seducción. La tensión sexual entre ellos se volvió palpable, y ambos sabían que no podían resistirse más a la atracción que los unía.
Gabriela, sintiendo la humedad entre sus piernas y la excitación creciendo en su coño, decidió invitar al desconocido a un lugar más íntimo y apartado en la playa. Se acercó a él con una sonrisa juguetona y le susurró al oído su deseo de entregarse al placer desenfrenado.
Sin perder tiempo, encontraron una zona apartada rodeada por dunas de arena. Gabriela se arrodilló frente al hombre, desabrochando su pantalón y liberando una verga impresionante y rígida como una roca. Con ansias incontrolables, envolvió su boca alrededor de su cabeza, saboreando la dulzura del deseo y la firmeza de su erección.
Los gemidos se mezclaban con el sonido de las olas mientras Gabriela se entregaba al vaivén de su cabeza, llevando cada vez más profundamente la verga en su garganta. Cada embestida despertaba en ella una combinación de placer y desafío, sintiendo cómo su coño se empapaba de excitación y su respiración se volvía más agitada.
El hombre, sintiendo el éxtasis recorrer su cuerpo, acariciaba el cabello de Gabriela con ternura y deseo. Su verga, palpitante y ansiosa por más, llenaba la boca de Gabriela, desbordando su apetito insaciable.
Finalmente, cuando el placer se volvió insoportable, su amante dejó escapar un gemido gutural y liberó su leche caliente en la boca de Gabriela. Ella saboreó cada gota, sintiendo cómo la leche tibia y espesa llenaba su boca, deslizándose por su garganta.
Con una mirada llena de lujuria y complicidad, Gabriela tragó la leche de su amante, saboreando la combinación de sabores y texturas. La satisfacción llenó sus cuerpos mientras se dejaban caer en la arena, rendidos y satisfechos.
Cuando puedo conocerte Tania tus relatos me relajan no te atreveria hacerlo en video
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